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Es más común de lo que se piensa. Padres que tienen poco tiempo y que encima piensan que su hijo tiene que ser un genio multitarea y lo apuntan a inglés, a kárate, a piano, a fútbol, a programación, meditación trascendental y meditación intrascendente. Llegan las fiestas y, para compensar el poco tiempo (y el poco caso) que pasan con ellos, les abruman a regalos, de los cuales no quieren ni la mitad, ni van a poder usar. Y lo único que quieren los pobres críos es pasar una tarde en casa con sus padres. Sólo eso.
Pero resulta que los milagros se van a pedir a Covadonga o a Lourdes...
Esa educación y atención de "te compro un móvil y no nos toques los cojones"...
Abunda demasiado.
Los enanos de mi familia tenían un montón de regalos y el día de reyes recortaron las cajas, hicieron espadas de cartón y jugaron a darse cachiporrazos todo el día, los juguetes ahí muertos de risa. Los niños ahora tienen de todo y valoran más los momentos que las cosas, los adultos nos equivocamos con ellos.
Mi cuñada le regaló a su hija una tablet nueva (más grande que la anterior) y aún se quejó porque yo le regalé un kit completo de aquabeds (son bolitas de colores para hacer figuras en 2 o 3D y se pegan con agua) y dedica más tiempo a jugar con eso (y conmigo) que con la tablet. 7 años tiene la peque y su madre la dejó a vivir a casa de la abuela porque no le daba la gana criar a su hija, viviendo en el piso de abajo.
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